La descontextualización de un proyecto: el monolito de la madrileña Plaza de Castilla

Un criterio elemental del buen proyectista consiste en localizar y concebir los proyectos en función de su entorno; verificar este criterio es la esencia de la evaluación de impacto ambiental, que justamente se debe iniciar juzgando la contextualización del proyecto.

Esto es válido para cualquier proyecto, tema y lugar, pero muy especialmente para el paisaje y para el espacio urbano.

Hay un ejemplo de descontextualización paradigmático en Madrid: el monolito de la madrileña Plaza de Castilla, diseñado por un autor conocido y financiado por una entidad más conocida.

Esta plaza ocupa un lugar elevado de Madrid que permite disfrutar de las visuales enmarcadas por las seis calles que confluyen allí: hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste, y disfrutar de la magnífica luz de Madrid, tan admirada por Hemingway, que ilumina ese sector con especial belleza en los atardeceres del lento y largo otoño madrileño.

Digo que “permite" cuando debería decir "permitía", porque este incongruente e inoportuno proyecto es un magnífico ejemplo de descontextualización especialmente por su intrusión visual: ha conseguido interrumpir las citadas visuales, que alcanzaban hasta la sierra, e impedido observar la entrada de la evocadora luz del poniente un largo rato de la tarde y del saliente otro largo rato por la mañana.